domingo, 25 de enero de 2015

MUTISMO SELECTIVO

El mutismo selectivo queda enmarcado en el DSM-IV-TR dentro de “Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia”, siendo su característica principal, la incapacidad persistente del habla en situaciones sociales específicas (p. Ej., en la escuela, con compañeros de juego) cuando lo esperable sea hablar, pese a hacerlo en otras situaciones.
La alteración interfiere el rendimiento escolar o laboral, o la comunicación social, y dicha alteración debe durar por lo menos 1 mes y no limitándose al primer mes de escolaridad, durante el cual muchos niños pueden estar vergonzosos y reacios a hablar… lo que conlleva altos niveles de sufrimiento personal, además de importantes problemas de adaptación al entorno.
Su inicio se produce frecuentemente en los primeros años de vida y suele manifestarse, durante la etapa de educación infantil.
Síntomas del mutismo selectivo
Los niñ@s con mutismo selectivo suelen presentar algunos rasgos de personalidad característicos como, timidez excesiva, retraimiento y aislamiento social, perfeccionismo, dependencia, rasgos compulsivos, negativismo, comportamiento controlador, pataletas… (en especial en casa). Pudiendo existir un grave deterioro de la actividad social y escolar.
Aunque los niños con este trastorno suelen poseer unas habilidades lingüísticas normales, ocasionalmente tienen asociado un trastorno de la comunicación (p. ej., trastorno fonológico, trastorno del lenguaje expresivo o trastorno mixto del lenguaje expresivo-receptivo) o una enfermedad médica que cause anormalidades de la articulación. También pueden asociarse trastornos de ansiedad (especialmente fobia social), retraso mental, hospitalización, o estrés psicosocial grave.
Modelo explicativo del origen y desarrollo del mutismo selectivo
Factores predisponentes, es decir, las condiciones personales, familiares y/o escolares que lo hacen más vulnerable y tendente a desarrollar el mutismo selectivo. 
  • Contexto familiar: estilo educativo (sobreprotector, autoritario…), características de personalidad del padre/madre, modelado de evitación de las relaciones sociales.
  • Contexto personal: déficits de aprendizaje (problemas en el lenguaje oral, en las habilidades sociales…), características de personalidad (vulnerabilidad, inhibición…)
  • Contexto escolar: competencia y estilo relacional del profesor, estilo educativo (autoritario, variable…)
Factores precipitantes, es decir, las circunstancias y condiciones negativas y puntuales que aparecen en la vida del niñ@, que en interacción con los factores predisponentes, pueden desencadenar la aparición del mutismo selectivo.
  • Vivencia de acontecimientos vitales, traumáticos o estresantes (separación de la madre, cambios de domicilio, inicio de la escolaridad, circunstancias familiares adversas…)
Factores reforzadores y mantenedores, es decir, las consecuencias que el mutismo del niñ@ genera en sí mismo y en los entornos habituales, que refuerzan y mantienen el mutismo.
  • Expectativas, cogniciones y comentarios de aceptación del problema…
  • Acomodación del entorno a la conducta del niño.
  • Exceso de atención recibida.
  • Vivencia de disminución de la ansiedad al evitar situaciones de exigencia del habla…
  • Aceptación de respuestas no orales…
Diagnóstico y evaluación
El diagnóstico del mutismo selectivo requiere la presencia de todos los criterios que se indican a continuación (según el DSM-IV-TR), junto a los que se detallan algunos instrumentos que facilitan su evaluación.
A. Incapacidad persistente para hablar en situaciones sociales específicas (p. Ej., en el colegio y en general en situaciones en las que estén presentes personas desconocidas..) a pesar de hacerlo en otras situaciones (con los padres o con personas muy familiares…)
La evaluación de este criterio exige delimitar en qué situaciones y con qué personas habla y en cuáles y con quiénes no lo hace; mediante registros para la recogida de información en los ámbitos escolar, social y familiar, entrevista familiar…
B. La alteración interfiere en el rendimiento escolar, laboral o la comunicación social.
Tal interferencia es notable desde el principio. Suelen ser niñ@s que tienen pocos amig@s, tienden a aislarse y a jugar solos en el recreo e incluso no son invitados a cumpleaños de otros compañeros o simplemente no acuden…
En cuanto a la interferencia en el rendimiento escolar, no se hace patente hasta etapas posteriores. Siendo niñ@s con buenas capacidades intelectuales y sin dificultades de aprendizaje, sin embargo, la falta de comunicación y del uso del lenguaje oral, interfiere en el aprendizaje de otros contenidos más complejos.
La evaluación de este criterio requiere de una evaluación meticulosa de la competencia curricular y social del niñ@; mediante observación tanto en ambientes naturales como en situaciones diseñadas…
C. La duración de la alteración es de al menos 1 mes (no limitada al primer mes de escuela).
Siendo adecuado ampliar el criterio de duración de la alteración al primer trimestre de escolaridad, con el fin de evitar confundir un posible mutismo selectivo con el proceso gradual de adaptación al colegio.
Instrumentos de evaluación: registros de observación, entrevista al profesorado…
D. La incapacidad para hablar no se debe a una falta de conocimiento o de fluidez del lenguaje hablado requerido en la situación social.
La competencia lingüística de estos niñ@s es la correspondiente de su edad cronológica. No suelen hablar en el colegio, pero en casa se comunican verbalmente de forma normal.
Hay que tener en cuenta con este criterio, los niños procedentes de familias que han inmigrado a un país donde se habla un lenguaje diferente pueden rehusar hablar el nuevo idioma, para distinguir el mutismo de la falta de conocimiento.
Evaluación: registros de lenguaje espontáneo tanto en el ámbito familiar como en otros entornos, instrumentos de evaluación de la competencia comunicativa y lingüística (ITPA, ECO…)
E. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de la comunicación (p. Ej., tartamudeo) y no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
Hay que tener en cuenta la existencia de problemas emocionales graves derivados de hechos traumáticos como: duelos, rupturas familiares, abusos, malos tratos, estrés postraumático… etc, que pueden producir síntomas similares.
Instrumentos de evaluación: informes psicológicos y psiquiátricos, pruebas médicas (neurología, audición…), escala para el diagnóstico diferencial del mutismo selectivo…
Una vez realizado el diagnóstico sería preciso llevar a cabo una evaluación psicopedagógica, en la que hay que considerar los ámbitos personal, escolar y familiar, cuyo fin es:
- Precisar cuáles son los factores que predisponen, precipitan y refuerzan el mutismo.
- Definir el tipo y grado de ayudas que necesita.
Pautas generales a tener en cuenta
- Aumentar la autonomía personal del niño, respecto al vestido, higiene, comida… según su edad.
- Asignarle alguna responsabilidad fija en el hogar adecuada a su edad que iremos cambiando periódicamente.
- Eliminar actitudes como la sobreprotección, poca dedicación al niño, exigencia excesiva de perfección.
- Mejorar el ambiente familiar, sobre todo respecto al estrés las relaciones sociales de éste.
- Favorecer las actividades físicas y los juegos en común.
- No presionar al niño para que hable: no comparar, no forzarle, no amenazarle, no castigarle, no preguntar todos los días si ha hablado en el colegio…
- Participar, uno de los padres, en el juego con el hijo y otro niño con el que resulte más fácil la comunicación, por ejemplo, en el parque.
- Invitar a niños con los que mantiene más relación a casa. Comenzando por realizar actividades que requieren poca comunicación: jugar al parchís, las cartas…
- Si es pequeño (de 3 a 6 años) hacer juegos de simulación: jugar a los maestros, a los papás, a las tiendas…
Tratamiento
El tratamiento efectivo del mutismo selectivo consiste en actuar en los tres principales problemas:
  • El elevado nivel de ansiedad que presenta el niño en las situaciones sociales.
  • La limitada experiencia que ha tenido el niño en hablar con otras personas que no sean sus familiares.
  • El elevado apoyo que ha tenido en la comunicación no verbal.
Dependiendo de la extensión y la duración del problema, se requerirá la utilización de un mayor o menor número de técnicas:
  • Para reducir la ansiedad: mediante entrenamiento en relajación muscular profunda.
  • Exposición gradual y desensibilización: la exposición gradual consiste en ir teniendo contacto, de manera progresiva, con situaciones que producen ansiedad, en el caso del mutismo, esto significa ir introduciendo a personas de manera gradual en situaciones en las que el niño habla cómodamente. 
La desensibilización es el proceso por el cual se adquiere comodidad en presencia de situaciones crecientes de ansiedad.
  • Modificación del comportamiento en la exposición gradual. Mediante la administración de recompensas, alabanzas sociales y otras formas de reforzamiento, para que el niño perciba que la familia esta deseando que él realice comportamientos sociales. Las recompensas sociales ayudan al niño a aprender que puede disfrutar de las sonrisas y los comentarios agradables de los demás.
  • Auto modelado de las reacciones adecuadas. Es el procedimiento mediante el cual una persona se observa a ella misma actuando de la mejor manera posible.
  • Grabar su voz o grabarlo en vídeo en situaciones en las que se mostraba calmado.
  • Reestructuración cognitiva para que el niñ@ lo externalice.