martes, 6 de enero de 2015

EL SUICIDIO 2

Factores socio familiares y ambientales
  • Apoyo sociofamiliar. Se ha observado una asociación estadísticamente significativa entre no tener cónyuge o pareja y la conducta suicida, aunque la fuerza de esta asociación es menor que para la depresión o el abuso de alcohol. Siendo más frecuente la conducta suicida entre individuos solteros, divorciados, que viven solos o carecen de apoyo social y principalmente en los hombres, en los primeros meses de la pérdida (separación, divorcio o viudedad).
  • Nivel socio económico, situación laboral y nivel educativo. En el mundo desarrollado, la pérdida de empleo y la pobreza se asocian con un mayor riesgo de suicidio, pudiéndose considerar la pérdida de empleo o la jubilación, eventos estresantes, incrementándose dos o tres veces el riesgo de suicidio.
  • También presenta un alto riesgo de suicidio, trabajos muy cualificados y profesiones con alto nivel de estrés, así como, un bajo nivel educativo se asocia también con dicho aumento.
  • Etnia. No existen pruebas concluyentes de que la raza o etnia tengan influencia sobre la tasa de suicidio. No obstante, la tasa de suicidio es mayor en personas de raza blanca. La emigración, y el desarraigo que conlleva, aumentan el riesgo de suicidio.
  • Religión. La afiliación y la actividad religiosa parecen proteger del suicidio, ya que las personas ateas parecen tener tasas más altas. Los países con prácticas religiosas prohibidas (como la antigua Unión Soviética) presentan las mayores tasas de suicidios; después seguirían los budistas e hinduistas (con creencias de reencarnación) y, por último, los protestantes, católicos y musulmanes.
  • Exposición (efecto contagio). La exposición a casos de suicidio cercanos o a determinado tipo de informaciones sobre el suicidio en los medios de comunicación, se ha asociado también a la conducta suicida. Un tipo particular son los suicidios en “racimo”, por comunidades, más frecuentes entre jóvenes.
Otros factores de riesgo
Historia de maltrato físico o abuso sexual
Los abusos sexuales y físicos, más concretamente los producidos durante la infancia, presentan una asociación consistente con la conducta suicida. Las comorbilidades son frecuentes en personas con abusos físicos o sexuales, lo que contribuye a aumentar el riesgo suicida.
La probabilidad de que una mujer maltratada padezca trastornos mentales (incluida la conducta suicida) es dos veces superior a la de mujeres que no han sufrido maltrato. Un estudio realizado en España con mujeres que buscaron asistencia tras ser víctimas de violencia de género observó que, durante el tiempo que estuvieron sometidas a violencia, el 63,2% llevó a cabo un intento suicida que requirió asistencia médica y un 18,4% presentó ideación suicida. En la práctica totalidad de los casos existió violencia psíquica acompañada o no de violencia física o sexual.
También se ha visto una asociación entre agresor y suicidio, ya que datos de 2010 nos muestran que, en España, el 21,9% de los agresores realizaron un intento de suicidio y el 16,4% lo consumaron tras agredir a su pareja con consecuencias mortales.
Orientación sexual
Aunque la evidencia es limitada, parece existir un mayor riesgo de suicidio en homosexuales, sobre todo en la adolescencia y en los adultos jóvenes, debido a que en ocasiones sufren discriminación, tensiones en sus relaciones interpersonales, ansiedad y falta de apoyo, lo que aumenta el riesgo suicida. Por otra parte, los homosexuales presentan mayores tasas de trastornos por abuso de alcohol, depresión y desesperanza que la población general de iguales, siendo estos los verdaderos factores de riesgo de suicidio; si estos factores son controlados, la orientación sexual podría ser un factor de riesgo mucho más débil.
Acoso por parte de iguales
En adolescentes, el acoso se ha asociado con altos niveles de estrés, así como con ideación y conducta suicidas.
Fácil acceso a armas, medicamentos, tóxicos
Un fácil acceso a medios para llevar a cabo un suicidio aumenta el riesgo del mismo, al facilitar el paso del pensamiento a la acción suicida. Así, el método suicida en EE.UU. suele ser con armas de fuego, en China mediante plaguicidas y en el resto del mundo mediante ahorcamiento…
Factores protectores
Son aquellos que disminuyen la probabilidad de un suicidio en presencia de factores de riesgo. Su conocimiento es muy importante y se pueden dividir en:
Personales:
  • Habilidad en la resolución de conflictos o problemas.
  • Tener confianza en uno mismo.
  • Habilidad para las relaciones sociales e interpersonales.
  • Presentar flexibilidad cognitiva.
  • Tener hijos, más concretamente en las mujeres.
Sociales o medioambientales:
  • Apoyo familiar y social, no sólo la existencia del apoyo sino su fuerza y calidad.
  • Integración social.
  • Poseer creencias y prácticas religiosas, espiritualidad o valores positivos.
  • Adoptar valores culturales y tradicionales.
  • Tratamiento integral, permanente y a largo plazo en pacientes con trastornos mentales, con enfermedad física o con abuso de alcohol.
Algunos mitos e ideas erróneas sobre el suicidio
  • La persona que dice que se va a suicidar, es la que no lo hace. De diez personas que se suicidad, nueve han advertido claramente sus intenciones a los que le rodean y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida.
  • El que lo dice no lo hace. Lo que conduce a minimizar las amenazas suicidas, que pueden considerarse erróneamente como chantajes, manipulaciones, alardes, etc. El que se suicida pudo expresar lo que ocurriría con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta.
  • La persona que se suicida desea morir. Lo cual pretende justificar la muerte por suicidio de quienes lo intentan o consuman. Con frecuencia el suicida está en una posición ambivalente, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella.
  • Hablar sobre el suicidio con una persona que están en riesgo le puede incitar a que lo realice. Está demostrado que hablar del suicidio reduce el riesgo de realizarlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca a esa persona para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
  • Si se reta a un suicida, éste no lo intenta. Retar al suicida es un acto irresponsable, pues se está ante una persona vulnerable cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, ya que predominan precisamente los deseos de autodestruirse.
  • Una mejoría después de una crisis suicida quiere decir que el riesgo de suicidio ha terminado. Con frecuencia los suicidios tienen lugar dentro de los tres meses siguientes al periodo de mejora, cuando el individuo tiene la energía de llevar a término sus pensamientos.
  • El suicidio es algo que viene de familia. El suicidio no sólo es genético sino que está influido también por factores individuales y ambientales.
  • Todos los individuos que se suicidan son enfermos mentales. Los enfermos mentales se suicidan con mayor frecuencia que la población general, pero no necesariamente hay que padecer un trastorno mental para hacerlo. No hay duda de que todo suicida es una persona que sufre.
  • Solo los viejos se suicidan. Lo cual pretende evadir el suicidio como causa de muerte en edades tempranas de la vida como son los niños y los adolescentes. Los ancianos realizan menos intentos autolíticos que los jóvenes, pero utilizan métodos más efectivos al intentarlo, lo que lleva a una mayor letalidad.
Evaluación de la conducta suicida
La evaluación del riesgo suicida es una parte fundamental en el manejo y la prevención de la conducta suicida, tanto en Atención Primaria como en Atención Especializada.
Las dos herramientas básicas para la evaluación del riesgo de suicidio son la entrevista clínica y las escalas de evaluación, aunque éstas no sustituyen al juicio clínico, sino que son un apoyo o complemento.
La entrevista clínica
Es el instrumento esencial en la valoración del riesgo de suicidio. Además de tener un importante papel en su evaluación, supone el inicio de la interacción entre el paciente y el profesional, por lo que puede jugar un papel relevante en la reducción del riesgo suicida.
Es importante explicar en el inicio de la entrevista clínica los objetivos de la evaluación y también tener en cuenta el interés de que el paciente se implique en la toma de decisiones sobre el tratamiento. La información necesaria para la valoración del riesgo de suicidio puede provenir del paciente directamente o de otras fuentes, como familiares, amigos, allegados y otros profesionales sanitarios o cuidadores.
Deberá realizarse una adecuada evaluación psicopatológica y social que incluya:
1) la evaluación de los factores psicológicos y contextuales que expliquen por qué ha tenido lugar una conducta suicida (antecedentes):
  • Situación social.
  • Relaciones interpersonales.
  • Acontecimientos vitales recientes o problemas actuales.
  • Historia de trastorno mental, intentos de suicidio previos, abuso de alcohol y otras drogas.
  • Características psicológicas relacionadas con la conducta suicida y su motivación.
2) las características de la conducta suicida, con las que se busca identificar los elementos que podrían predecir su repetición:
  • Características del intento: intencionalidad, elaboración del plan, letalidad, método elegido.
  • Características personales: edad, sexo, presencia de trastorno mental, conducta suicida previa, desesperanza, etc.
  • Características contextuales: aislamiento social, clase social, enfermedad física.
El programa SUPRE de la OMS publicó algunas recomendaciones para los profesionales sobre la forma de preguntar acerca de los diferentes aspectos de la ideación y la conducta suicidas, sobre el cómo, cuándo y qué preguntar sobre conducta suicida:
- Cómo preguntar:
  • ¿Se siente infeliz o desvalido?
  • ¿Se siente desesperado?
  • ¿Se siente incapaz de enfrentar cada día?
  • ¿Siente la vida como una carga?
  • ¿Siente que la vida no merece vivirse?
  • ¿Siente deseos de cometer suicidio?
- Cuándo preguntar:
  • Después de que se ha establecido una empatía y la persona se siente comprendida.
  • Cuando el paciente se siente cómodo expresando sus sentimientos.
  • Cuando el paciente está en el proceso de expresar sentimientos negativos de soledad, impotencia.
- Qué preguntar:
  • Para descubrir la existencia de un plan suicida: ¿Alguna vez ha realizado planes para acabar con su vida? ¿Tiene alguna idea de cómo lo haría?
  • Para indagar sobre el posible método utilizado: ¿Tiene pastillas, algún arma, insecticidas o algo similar?
  • Para obtener información acerca de si la persona se ha fijado una meta: ¿Ha decidido cuándo va a llevar a cabo el plan de acabar con su vida? ¿Cuándo lo va a hacer?
Actitud del clínico durante la entrevista (Froján, 2006)
  • Capacidad para afrontar con claridad y respeto un tema tan delicado y personal.
  • Transmitir que nuestros conocimientos están dispuestos para ayudar.
  • Evitar comentarios reprobatorios y moralizantes.
  • No tratar de convencer a la persona de lo inadecuado de su conducta.
  • Mostrar calma y seguridad.
  • Profundizar con detalle de forma abierta en todos los aspectos que ayuden a valorar el riesgo suicida, pero evitar preguntas morbosas.
  • Comunicar a los familiares la existencia de un posible riesgo y de las medidas a tomar sin generar situaciones de alarma exagerada que puedan ser contraproducentes.
  • Manejar, si la situación lo admite, el humor, pero evitar siempre el sarcasmo y la ironía.
  • Atender no sólo a lo que la persona dice sino también a su expresión, gestos, tono de voz, etc.
  • Ante cualquier atisbo de ideación suicida se requiere la participación activa del profesional. A mayor sospecha de riesgo suicida, más directiva debe ser la actuación.
Continúa…
Para más información y ayuda:
Teléfono de urgencias: 061 o 112.
Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental(ofrecen información y apoyo y disponen de algunos recursos psicosociales). 
Teléfono de la Esperanza (teléfono de crisis 24 horas en las principales poblaciones españolas).