martes, 6 de enero de 2015

FOBIAS ESPECÍFICAS

El manual de diagnóstico DSM-IV define a las fobias específicas como un miedo intenso y persistente que es excesivo o irracional y es desencadenado por la presencia o anticipación de objetos o situaciones específicos: animales, lugares cerrados, alturas, oscuridad, tormentas, vuelos, sangre, inyecciones, intervenciones médicas, conducir un coche… y que en realidad constituye una amenaza mínima o nula.
miedoTodos nacemos con la capacidad de sentir miedo, pero esos miedos son una manera de cómo y qué aprendemos. La diferencia entre el desarrollo de un miedo normal y el desarrollo de una fobia es que ésta es irracional, inapropiada, más persistente, más repetitivo, más intenso…
El objeto del miedo puede ser la propia anticipación del peligro o daño inherente al objeto o situación (p. Ej., el individuo puede temer viajar en avión debido al miedo a estrellarse, puede temer a los perros por miedo a ser mordido o puede temer conducir un coche por miedo a tener un accidente).
Las fobias específicas también pueden hacer referencia a la posibilidad de perder el control, angustiarse y desmayarse al exponerse al objeto temido. Por ejemplo, los individuos temerosos de la sangre y las heridas pueden estar preocupados asimismo por la posibilidad de desmayarse, los que tienen miedo a las alturas también pueden sentir inquietud por los mareos y los que tienen miedo a las aglomeraciones pueden preocuparse asimismo por la posibilidad de perder el control y empezar a gritar entre la gente.
En presencia del estímulo fóbico aparece de forma inmediata y casi invariablemente una respuesta de ansiedad.
Subtipos
Pueden especificarse los siguientes subtipos para indicar el objeto del miedo o evitación en la fobia específica:
Tipo animal. El miedo hace referencia a animales o insectos. Este subtipo suele iniciarse en la infancia.
Tipo ambiental. El miedo hace referencia a situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos atmosféricos como tormentas, precipicios o agua. Este subtipo suele iniciarse en la infancia.
Tipo sangre-inyecciones-daño. El miedo hace referencia a la visión de sangre o heridas, o a recibir inyecciones u otras intervenciones médicas de carácter invasivo. Este subtipo presenta una incidencia marcadamente familiar y suele caracterizarse por una intensa respuesta vasovagal (en el que la frecuencia cardiaca lenta y los vasos sanguíneos dilatados hacen que llegue menos cantidad de sangre al cerebro, provocando así el desmayo).
Tipo situacional. El miedo hace referencia a situaciones específicas como transportes públicos, túneles, puentes, ascensores, aviones, coche o recintos cerrados. El inicio de este trastorno sigue una distribución bimodal, con un pico de mayor incidencia en la segunda infancia y otro a mitad de la tercera década de la vida. Su incidencia en función del sexo, su patrón de incidencia familiar y su edad de inicio son similares a los del trastorno de angustia con agorafobia.
Otros tipos. El miedo hace referencia a otro tipo de estímulos, entre los que se incluyen las situaciones que pueden conducir al atragantamiento, al vómito, a la adquisición de una enfermedad; fobia a los «espacios» (es decir, el individuo tiene miedo de caerse si no hay paredes u otros medios de sujeción), y el miedo que los niños tienen a los sonidos altos o a las personas disfrazadas.
En muchos casos hay más de un subtipo de fobia específica. El hecho de tener una fobia de un subtipo determinado aumenta las probabilidades de padecer otra fobia del mismo subtipo (p. Ej., miedo a los gatos y a las serpientes). Cuando se observa más de un subtipo, deben anotarse todos ellos (p. Ej., fobia específica de tipo animal y ambiental).
Las fobias específicas suelen coexistir con otros trastornos de ansiedad, si bien en estos casos no suelen constituir el motivo de consulta, ya que producen mucho menos malestar e interfieren notoriamente menos en las actividades del individuo que el diagnóstico principal de trastorno de ansiedad. Entre estas asociaciones destaca por su elevada frecuencia la que existe con el trastorno de angustia con agorafobia.
En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros, berrinches, parálisis o abrazos. Los niños no suelen reconocer que sus temores son excesivos o irracionales y rara vez expresan malestar por la fobia. El diagnóstico de fobia específica no puede asegurarse a no ser que estos temores den lugar a un deterioro significativo de las actividades del individuo (p. Ej., resistencia a ir a la escuela, por temor a encontrarse con un perro en la calle).
En los menores de 18 años los síntomas deben haber persistido durante al menos 6 meses antes de poder efectuar el diagnóstico de fobia específica. Las fobias específicas se diferencian de gran parte del resto de los trastornos de ansiedad en los niveles de ansiedad intercurrente.
La fobia específica y la fobia social pueden diferenciarse en virtud del objeto o la situación fóbicos. Por ejemplo, la evitación de comer en un restaurante puede basarse en el miedo a ser evaluado por los demás (fobia social) o puede deberse al temor a atragantarse (fobia específica). La fobia específica y el Trastorno por estrés postraumático pueden diferenciarse en que el segundo aparece con posterioridad a un acontecimiento estresante y peligroso para la vida, acompañándose de síntomas adicionales…
En los casos de Trastorno de ansiedad por separación no debe efectuarse el diagnóstico de fobia específica si el comportamiento de evitación se limita exclusivamente al temor de separarse de personas a las que el individuo se siente ligado.
Puede resultar difícil emitir el juicio clínico entre trastorno de angustia y la fobia específica, siendo útil en este caso tener en cuenta los siguientes cuatro factores para decidir el diagnóstico más apropiado: el objeto del temor, el tipo y número de crisis de angustia, el número de situaciones evitadas y el nivel de ansiedad intercurrente.
Tratamiento
Un tratamiento efectivo generalmente involucra las siguientes formas de psicoterapia: Terapia cognitiva, desensibilización sistemática y terapia de exposición, en la cual los pacientes se exponen gradualmente a lo que los asusta hasta que el miedo comienza a desaparecer. Los ejercicios de relajación y respiración también contribuyen a reducir los síntomas de ansiedad, No se aconseja el uso de la relajación en la fobia a la sangre, ya que esta puede facilitar la disminución de la presión sanguínea y el desmayo subsiguiente. Como mucho, la relajación podría ser útil en la primera fase de la respuesta difásica, cuando esta es larga.
No existe hasta ahora un tratamiento farmacológico para fobias específicas, pero en ocasiones ciertos medicamentos pueden recetarse para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad antes de que la persona se enfrente a una situación de fobia o durante la misma (por ejemplo, para realizar un viaje en avión).
Por otro lado, nos parece interesante, incluir algunas conclusiones de revisiones realizadas por varios autores, sobre los tratamientos más investigados y eficaces para las fobias específicas siendo la exposición en vivo a las situaciones temidas y el modelado participante (combinación de modelado y de la exposición en vivo).
La exposición en vivo es más eficaz que el no tratamiento y el placebo y que otras intervenciones como la relajación, la reestructuración cognitiva, la exposición interoceptiva y el modelado en vivo (Antony y Barlow, 2002; Mendez y cols., 2003) o diversas técnicas de exposición en la imaginación, aunque, puede tener que ser complementada con otros procedimientos en algunos casos. Se ha hallado que la exposición es eficaz para la fobia a animales, alturas, lugares cerrados, volar, sangre, inyecciones, intervenciones dentales, agua, tormentas y relámpagos, globos y atragantamiento.
Siguiendo el enlace que adjuntamos, se pueden ver los criterios para el diagnóstico de fobia específica según el DSM-IV.