martes, 6 de enero de 2015

OTRAS DROGAS: Mescalina, Ketamina...

Mescalina.

La mescalina (trimetoxifeniletilamina) es un alcaloide de origen vegetal con propiedades psicodélicas y alucinógenas. Fue aislado del peyote, y está también presente en algunas otras cactáceas como el San Pedro.

Las formas vegetales suelen tomarse tras secar el cactus, ya que sus principios activos no son volátiles. La molécula de mescalina es una fenetilamina, relacionada estructuralmente con el neurotransmisor noradrenalina. La síntesis química de esta molécula es posible, pero es relativamente costosa.
La mescalina ha sido utilizada con fines diversos. Tradicionalmente tuvo un rol esencial en rituales religiosos, entre nativos americanos, quienes consideran esta sustancia como promotora de apertura espiritual. Habiendo penetrado en otras culturas, la mescalina fue utilizada con propósitos recreativos, pero también, como entactógeno, para facilitar la psicoexploración.
Entre los efectos que produce su ingestión están visiones y alucinaciones, distorsión de las coordenadas espacio-temporales, y alteraciones del esquema corporal. Sus efectos varían en función del ánimo del consumidor, sus expectativas, y el medio que le rodea, por otro lado sus efectos podrían resultar impredecibles.
 Ketamina.
 La ketamina es un anestésico veterinario, habitualmente usado con reses y caballos. La ketamina como anestésico bloquea el sistema nervioso sin afectar al sistema respiratorio ni al circulatorio.
Al consumirla como droga se buscan efectos alucinatorios y estados de analgesia profunda. De ahí que la sensación producida sea comúnmente la de “sentirse fuera del cuerpo”, definida en algunos casos por expertos investigadores como experiencias cercanas a la muerte.
Este efecto se conoce como anestesia disociativa en la que “se siente” cómo la mente se separa del cuerpo sin entrar en estado de somnolencia y por tanto dentro de un marco de relativa lucidez. Los efectos finales dependen en gran medida del contexto donde se consume, del estado de ánimo, de la pureza de la sustancia, de la predisposición psicológica y de las expectativas.
La ketamina produce síntomas similares a los que de la esquizofrenia: alteraciones de la percepción, reducción del rendimiento intelectual y perdidas de memoria. Suele acompañarse de alucinaciones.
Una sobredosis de ketamina puede provocar lo que se conoce como K-hole (agujero K – pérdida total de la consciencia) así como paradas cardiorrespiratorias, el coma y la muerte. Asimismo, el consumo de altas dosis o el hábito continuado conlleva a largo plazo daño irreversibles en el sistema neuronal.
Destaca también que el organismo genera una rápida tolerancia y una alta dependencia psicológica a la ketamina. Entre los efectos secundarios de su consumo se encuentran la anorexia, problemas oculares y alteraciones del sueño.
La ketamina se puede consumir por vía oral, nasal, intramuscular o intravenosa, perdiendo al instante en este último caso el control motor.