martes, 6 de enero de 2015

EL DUELO EN LA INFANCIA 1

El duelo se entiende como un estado de pensamiento, sentimiento y actividad, asociado a síntomas físicos y emocionales; que puede tener lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. 
En el duelo en la infancia el sistema de pensamiento y el proceso de tales cogniciones no se llevan a cabo de la misma forma que en el adulto, y es por ello, que los adultos debemos acompañar y ayudar al niño a comprender esta pérdida de una manera que no signifique un hecho traumático que dure toda su vida.
El proceso de duelo es lo que le permite al niñ@ un reajuste emocional, social, físico y psicológico de poder continuar su vida sin este vínculo afectivo.
Fases del duelo
  • Fase 1ª: Periodo de insensibilidad, en momentos cercanos a la pérdida.
  • Fase 2ª: Anhelo: se anhela que la persona perdida retorne y se tiende a  negar la permanencia de esa pérdida, es la fase en que la rabia domina la escena relacional y emocional.
  • Fase 3ª: Desorganización y desesperanza, la persona siente una gran dificultad para funcionar en su medio.
  • Fase 4ª: Conducta reorganizada, se empieza a recuperar el sentido de su vida.
La percepción de la muerte en la infancia
  • 1ª fase: Una ausencia: Desde los 2-3 años los niñ@s observan que hay personas en sus círculos familiares que “se marchan”, que “ya no están”, lo dan escaso valor aún y piensan que puede existir un retorno, aunque fuera lejano.
  • 2ª fase: Ausencia sin retorno: Equivale a un “viaje sin retorno”.
  • 3ª fase: Ansiedad y desorientación o la época de querer saber más: Aparece hacia los 7-9 años y se expresa como preguntas inagotables hacia el sentido de la muerte, cuándo se van a morir las figuras parentales, quién se morirá primero, si ell@s se van a morir y cuándo, donde se va después de la muerte, qué pasa después de morirse.
  • 4ª fase: Percepción realista de la muerte: A partir de esos 9-11 años los niñ@s son capaces de percibir un concepto y sentido de la muerte realmente cercano al de los mayores. Saben de lo irrecuperable de la muerte, la desaparición es “para siempre” y el destino resulta ser “indeterminado”, además lo unen a un acontecimiento que ocurrirá en un tiempo lejano para ellos porque la gente que muere es “vieja”.
Reacciones emotivas de los niñ@s ante la muerte de una persona querida
Tales reacciones son similares a las del adulto, aunque se expresan de otra forma. Las más comunes son:
  • Tristeza por lo que ha pasado.
  • Rabia por haber sido abandonado.
  • Miedo a que le dejen solo.
  • Temor a que también pueda morir el progenitor superviviente.
  • Sentimiento de culpa por haber provocado la muerte.
Otras reacciones pueden ser:
  • Ira como reacción normal y esperada, si la persona que ha fallecido era esencial para la estabilidad del mundo del niño. La cual se puede manifestar en juegos violentos, pesadillas, irritabilidad, etc… 
  • Ansiedad de separación, la cuál se manifiesta por un gran temor a sufrir otra pérdida, lo que le hará especialmente sensible a toda separación de la figura que cumple con las funciones de maternidad, haciendo que busque consuelo en algún juguete viejo o manta. Algunos niños experimentan una regresión a etapas anteriores de desarrollo, lo que hace que actúen de manera más infantil, exigiendo comida, atención, cariño e incluso hablan como un bebé.
  • Miedos por la supervivencia propia, desesperanza, problemas de control propio, pérdida de autoestima, pesimismo y sentimiento de inutilidad.
Haciendo referencia por edades
Antes de los 3 años no hay ninguna idea sobre la muerte, ésta se asocia al abandono, al temor de quedarse sólo. La palabra “muerte” no les dice nada puesto que a esta edad todavía están pendientes de cómo nacen y se desarrollan los humanos. Suele vivir la desaparición de un adulto como “castigo” por algo que cree que él hizo. Por lo que conviene dejarles claro que ellos no tienen culpa de nada. Otro concepto que manejan es la muerte como inmovilidad y también creen que los adultos son omnipotentes. El hecho de un fallecimiento les lleva a preguntarse por qué “no pueden” superarlo y consecuentemente la confianza incondicional en los padres se ve quebrantada.
De los 4 a los 5 años su concepto es aún bastante limitado. Entre los 3 y los 5 años, los niñ@s suelen considerar a la muerte como algo reversible y temporal. Es una etapa de vivo interés hacia la muerte y todavía no la entienden como un suceso irreparable y definitivo. Como el niñ@ de 4 o 5 años atribuye vida a todas las cosas que existen creen que los muertos acabarán por vivir. Relacionan la muerte con la vejez y enfermedad, así como con la guerra y sucesos violentos.
La experiencia de la muerte a esta edad les ocasionará miedos enormes: como dormir solo… En esta edad, no comprenden la muerte como despedida definitiva. Aún no ha podido asimilar los tres criterios delimitadores:
1. La muerte afecta a todos los humanos. 
2. La muerte es inevitable.
3. La muerte es definitiva.
Algunas respuestas que pueden manifestar a esta edad
  • Perplejidad; parecen totalmente confusos sobre lo que ha ocurrido o se niegan a creerlo. Es posible que pregunten reiterativamente: “Dónde está …..?”. Desean saber cuándo va a volver la persona fallecida, o la buscan activamente.
  • Regresión; se pegan al padre superviviente, se quejan, se hacen pipí en la cama, piden un biberón, se chupan el dedo… 
  • Ambivalencia; a algunos niñ@s parece no afectarles en absoluto la muerte. Responden ante la noticia con preguntas o afirmaciones inadecuadas. Aunque sea una reacción desconcertante, es bastante común. Significa que no ha aceptado o afrontado la muerte, pero comprende lo que ha sucedido. Lo más habitual, es que el niñ@ elabore el duelo alternando fases de preguntas y expresión emocional, con intervalos en que no menciona para nada el asunto. Expresan su dolor a través de los juegos; pueden jugar con sus amigos a morirse, al entierro… estos comportamientos son absolutamente normales y tienen que ser respetados como necesarios para que el niñ@ realice de forma adecuada el duelo.
Toman a sus padres como modelo.
Miedo a morir u a otra pérdida; los niños más pequeños creen que la muerte es contagiosa y pueden pensar que pronto le llegará su turno. Explicarles que no tienen nada que temer. Les preocupa que el padre o la madre superviviente también les abandone. Se preguntan qué les ocurriría y cómo sobrevivirían.
De los 6 años en adelante, los niñ@s captan la muerte como un acontecimiento definitivo que les sucede a los demás, pero no a ellos. Hasta los 10 años, no creen que pueda pasarles a ellos. Para las personas que tienen fe y educan en ella a sus hij@s, es más fácil la cuestión ya que al pensar que existe la vida eterna, esta separación se transforma en esperanza de reunirse con el familiar amado en presencia de Dios. Si la familia no es creyente (desde el punto de vista cristiano) se puede decir a los hij@s que no sabemos lo que ocurre después de la muerte pero lo importante es vivir una vida digna.
Algunas respuestas que pueden presentar:
  • La negación; una respuesta muy común es negar que la muerte haya ocurrido. En su negación pueden mostrarse muy agresivos o más contentos y juguetones que de costumbre, como si la pérdida nos les hubiera afectado. Los adultos pueden malinterpretar esta conducta y reaccionar con cólera o simplemente ignorar a los niñ@s. Pero en realidad esta negación indica que los niñ@s sienten un dolor tan profundo que intentan levantar un muro para que la muerte no les afecte. Estos niñ@s necesitan oportunidades para llorar la pérdida y es posible que también necesiten permiso para hacerlo. 
  • La idealización; insistir en que “mamá era la persona más lista o perfecta del mundo”, por ejemplo, les permite mantener una relación imaginaria con la persona fallecida.
  • La culpabilidad; es una respuesta normal, sobretodo si no pueden expresar la tristeza que sienten. Comentarios en vida como “vas a matarme”, pueden hacer creer al niñ@ que su mala conducta ha contribuido a la muerte. Si además la niegan y fingen ser valientes como parte de la negación, los adultos pueden aumentar el sentimiento de culpa al corregirlo o enfadarse con él al parecer que la muerte no le importe. 
  • El miedo y la vulnerabilidad; es normal que los niñ@s de estas edades se sientan asustados y vulnerables. Intentan ocultar sus sentimientos, sobretodo a los niñ@s de su edad, porque no quieren que sus amigos les consideren diferentes…
Algunos mitos para entender y confrontar nuestras experiencias relacionadas con la muerte y el sufrimiento
Los niñ@s pequeñ@s, no son capaces de sufrir o experimentar el duelo”. 
Al contrario, los niñ@s experimentan estas emociones intensamente. Sin embargo, la expresión no verbal de estas emociones no es reconocida por los adultos.
El sufrimiento y el duelo infantil son de corta duración”. 
En realidad, este dolor nunca termina, mientras los niñ@s crecen y se desarrollan, van descubriendo e incorporando nuevos factores relacionados con la pérdida.
El trauma causado por la muerte de un ser querido siempre ocasiona trastornos emocionales a largo plazo”. 
El sufrimiento es una respuesta normal a la muerte de un ser querido. La mayoría de los niñ@s que reciben apoyo y sienten que sus sentimientos y sus experiencias son validadas, tienden a desarrollarse normalmente.
Para ayudar a los niñ@s que han perdido a un ser querido, se debe de tener como objetivo “terminar” con su sufrimiento y duelo”. 
Lo dicho anteriormente, el duelo y el dolor nunca terminan, son procesos y como tales reaparecen a lo largo de toda la vida. El cariño y la compresión ayudan a procesar esta experiencia.