miércoles, 7 de julio de 2021

EL DUELO 2


CUATROS PASOS DEL DUELO
Aceptar la pérdida
Aunque sea la cosa más difícil que has hecho en toda tu vida, debes llegar a aceptar esta dura realidad: tu ser querido ha muerto y no va a regresar. Aceptar con la cabeza es fácil, sabes que ha muerto. Lo difícil es aceptar con el corazón. Es pues muy normal un tiempo (pueden ser meses) en el que te niegues o te rebeles contra la dura realidad. Date tiempo.
Hablar de tu pérdida, contar las circunstancias de la muerte, visitar el cementerio o el lugar donde se esparcieron los restos…Todo esto te puede ayudar poco a poco, y con mucho dolor, a ir aceptando el hecho de la muerte. Sabrás que has podido dar este paso, cuando pierdas toda esperanza de recuperar a tu familiar o amigo, será el momento de la verdadera despedida.
Aceptar la pérdida puede resultar especialmente difícil si la muerte fue inesperada o violenta, si estabas lejos cuando ocurrió y no pudiste participar en los ritos funerarios, si no se recuperó el cadáver, si se trata de la muerte de un niño…

Sentir el dolor
Necesitas también sentir el dolor y todas las emociones que le acompañan: tristeza, rabia, miedo, impotencia, desesperación, culpa…
Habrá personas que te dirán: “Tienes que ser fuerte”. No les hagas caso. No escondas tu dolor. Comparte lo que te está pasando con tu familia, amigos de confianza…No te guardes todo para ti mismo por miedo a cansar o molestar. Busca aquellas personas con las cuales puedes expresarte tal y como estás.
Si no quieres compartir o mostrar tus emociones a otros, no tienes porque hacerlo, pero debes buscar otras manera de dar salida y vivir tus emociones en privado.
Aprender a vivir sin esa persona
Recuerda que hay tiempo para todo, para sentir y vivir el duelo, pero también para hacer, para ocuparte de las muchas actividades de la vida cotidiana. Aunque sientas que el mundo se ha parado para ti, también es cierto que la vida sigue con sus muchas y quizás nuevas exigencias. Una actitud adecuada sería aquella que busca un cierto equilibrio entre el sentir y el hacer.
Así, hacer el duelo significa también aprender a vivir sólo/a, aprender a tomar decisiones por ti mismo/a, aprender a desempeñar tareas que antes hacía el fallecido, aprender nuevas formas de relación con la familia y amigos, aprender un nuevo sentido del mundo y de uno mismo…
Recuperar el interés por la vida y por los vivos
Llega un momento en que sabes que es necesario soltar el dolor y el pasado. La vida te espera llena de nuevas posibilidades.
No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz, en querer establecer nuevas relaciones… En el caso de la muerte de la pareja, no hay motivo para avergonzarse si aparece de nuevo el deseo sexual. En realidad, el corazón herido cicatriza abriéndose a los demás.
Finalizar el duelo no es olvidar… Para cada persona puede significar cosas distintas:
  • Puede significar llegar a perdonarle y perdonarte por todo lo que quizás no fue la relación, por todo lo negativo, por el daño causado…
  • Pensar en él o ella sin sentir ya ese latigazo de dolor y recordarle con ternura y agradecimiento por lo vivido juntos.
  • Es poder dar un sentido a todo lo que has vivido en estos meses o años.
  • Es entender con el corazón en la mano que el AMOR no se acaba con la muerte.
COMO AYUDAR A ALGUIEN QUE HA PERDIDO UN SER QUERIDO
Si quieres acompañar a un familiar o amigo que ha perdido un ser querido, y no sabes cómo hacerlo, te propongo una serie de indicaciones sobre la mejor manera de ayudarle.
Evitar las frases hechas.

La incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada: “Tienes que olvidar”, “Mejor así, dejó de sufrir”, “El tiempo todo lo cura”, “Manténte fuerte por los niños”, “Es la voluntad de Dios”, “Es ley de vida”…
Lo que más suelen necesitar al principio es hablar y llorar. No decirle que tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo.
Si no sabes que decir, no digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar que tienes que dar consejos constantemente o estar levantando el ánimo.
Si no sabes que hacer, colaborar en algunas tareas cotidianas (hacer la compra, ir a buscar a los niños…) o encargarte del papeleo, puede ser una buena manera de ayudarlo/a.
Tener en cuenta las actitudes que no ayudan.
No le digas que le comprendes si no has pasado por una situación similar.
No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido.
No te empeñes en animarle/a o tranquilizarle/a. Posiblemente lo que necesita sólo es que le escuches.
No le quites importancia a lo que ha sucedido hablándole de lo que todavía le queda.
No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva etapa en su vida. No es el momento.
Dejar que se desahogue.
Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo…por la muerte de un ser querido, suele ayudar a elaborar el duelo.
Estás equivocado/a si piensas que verle o dejarle llorar y emocionarse no sirve más que para añadir más dolor al dolor.
Estas equivocado/a si crees que ayudar a alguien que sufre es distraerle de su dolor. Mediante la vivencia y expresión de los sentimientos, la persona en duelo suele sentirse aliviada y liberada.
No temas nombrar y hablar de la persona fallecida por miedo a que se emocione. Si llora, no tienes que decir o hacer nada especial, lo que más necesita en esos momentos es tu presencia, tu cercanía, tu compañía y tu afecto.
No temas tu mismo llorar o emocionarte. No hay nada malo en mostrar tu pena, en mostrar que a ti también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te duele ver a tu amigo/a o familiar en esa situación.
Permitir que hable del ser querido que ha muerto.
Permitir que hable todo el tiempo y todas las veces que lo necesite.
Comparte con tu familiar o amigo/a recuerdos de la persona fallecida (ver fotos, contar anécdotas…)
Recordar a la persona amada es un consuelo para los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que tienen que recorrer.
Hay personas que viven un duelo privado y no les gusta exteriorizar sus emociones. Respetaremos también su necesidad de no hablar.
Mantener el contacto. El contacto puede mantenerse de muchas maneras. Puedes hacerle una visita, quedar para tomar un café o dar un paseo, enviar una carta o un email. Con una llamada telefónica, por ejemplo, puedes romper su soledad y recordarle que no está solo/a, que alguien está pensando en él o ella.
Las fiestas y aniversarios son momentos particularmente dolorosos en los que podemos hacer un esfuerzo especial para estar cerca de la persona en duelo.